Algunos de mis contados lectores me han comentado que los días sábados, sobre todo después de un placentero feriado como el de ayer, no son propicios para leer artículos serios, solemnes, peliagudos y críticos, entre otros calificativos similares, sugiriéndome que yo contribuya a hacer más llevadera la vida con mensajes que contengan chispazos de buen humor. Obedezco.
Q- Un sábado en la mañana, cabalmente, Romualdo Ruedas conducía su vehículo raudamente por la calzada Roosevelt, de lo que se percata un solitario agente de la Policía Municipal de Tránsito, quien le marca el alto. El abogado y notario Ruedas, también político opositor al alcalde, detiene la marcha del vehículo, se aproxima el agente y se entabla esta discusión.
Agente: -Señor, usted manejaba a excesiva velocidad ¿es que no se da cuenta del peligro que eso significa? Déjeme ver su licencia. El licenciado Ruedas responde: -No cargo mi licencia porque me la suspendieron la última vez que cometí una infracción de tránsito, precisamente. Agente: -Muéstreme, entonces, la tarjeta de circulación del carro. Romualdo: -Fíjese que el automóvil no es mío; me lo robé. Agente: -¿Cómo así? ¿El vehículo es robado? Romualdo: -Sí, pero la tarjeta de circulación está en la guantera. Me acuerdo que allí la puse cuando guardé mi pistola.
A estas alturas, el agente de la PMT está asombrado, pero aún atina a inquirir: ¿Dice usted que tiene un arma en su guantera? Romualdo: -Exactamente, lo que escuchó. La coloqué allí después de matar a la dueña del automóvil y poner su cuerpo en el baúl. Agente: -¡¿Me dice que lleva un cadáver en el carro?! Romualdo: -Sí, señor.
Para entonces el agente está alarmado y atónito, decidiéndose a llamar por radio a la central de Emetra, y en cuestión de minutos llegan siete colegas suyos encabezados por su intendente Hamílkar Cortejo, acompañados de agentes de la Policía Nacional Civil y varios soldados del glorioso; éstos y los policías con armas en las manos.
El intendente se dirige al conductor: -Señor, enséñeme su licencia de conducir. Romualdo: -Con mucho gusto, jefe, aquí está. Intendente: -¿De quién es el carro? Romualdo: -¿De quién ha de ser? Es mío. Tome la tarjeta de circulación, para que se cerciore. Intendente: -Abra lentamente la guantera, para verificar lo que lleva adentro. Romualdo: -De acuerdo, jefe (abre la guantera, donde no hay arma alguna, más que facturas y algunos papeles inservibles)
El intendente, un poco dubitativo, conmina a Romualdo: -Señor, bájese del carro muy despacio y me hace el favor de abrir el baúl. Romualdo: -Desde luego que sí (abre la cajuela, donde no hay ningún cadáver. Sólo un par de conos y triángulos anaranjados y la llanta de repuesto).
El intendente murmura: -No comprendo, el agente informó que usted no tenía licencia de conducir ni tarjeta de circulación, que se había robado el carro y que llevaba un arma y una mujer muerta en el vehículo. Romualdo: -¡Ve que dialpelo! Y apuesto que le dijo que manejaba a excesiva velocidad. ¡Mentiroso!, y todo porque no le quise dar una mordida.
Q- En cierta ciudad de un país industrializado una mujer compra un clóset, pero por ser más barato lo adquiere desarmado, para montarlo ella en casa. Llega a su apartamento, ubicado exactamente arriba donde circula el metro, y monta el mueble; pero cuando pasa el transporte subterráneo el armario se desarma. Vuelve a montar el clóset, pasa de nuevo el metro y sucede lo mismo. Después de una tercera prueba, con similares resultados, llama a la tienda, para que le envíen un técnico.
Llega un sujeto, monta el armario que queda perfecto, pero al pasar el metro, nuevamente se derrumba. El técnico le dice a la señora: -Armaré de nuevo el clóset y me meteré adentro para ver qué sucede cuando pase el metro-. Dicho y hecho, se mete en el mueble, y en ese momento llega el marido de la doña.
-¡Caramba, amorcito, que clóset tan bonito; justo lo que necesitamos! Abre las puertas del improvisado mueble y, estupefacto, ve al técnico adentro. Indignado, el esposo le pregunta a gritos al sujeto: -¡¿Y usted qué diablos hace metido dentro del clóset?! El pobre hombre replica: -Pues mire... mejor le digo que vine a seducir a su esposa, porque si le juro que estoy esperando que pase el metro ¡usted no me lo va a creer!